A lo largo de la historia de la psicología el concepto de inteligencia emocional ha estado presente aunque bajo otros términos, vemos como en 1920 Eduard Thorndike llamó a la habilidad de comprender y motivar a otras personas “inteligencia social”. En los 40’s también se dejó claro que los test de inteligencia debían tomar en cuenta las emociones. Sin embargo, no es hasta 1985 cuando apareció el término de “inteligencia emocional” dado por Wayne Payne en su tesis doctoral.
Este término fue popularizado en el año 1995 por Daniel Goleman, psicólogo estadounidense, en su libro titulado “Inteligencia Emocional”, el cual nos hizo descubrir el peso que tienen las emociones en lo que somos, hacemos y en la forma en que nos relacionamos con nuestro entorno; a partir de este momento se inició una tendencia que ha llevado este concepto a todas las instancias y rincones del mundo.
En su libro, Golemanhace referencia a la capacidad que tienentodas las personas para reconocer los sentimientos, tanto propios como ajenos; para él la “inteligencia emocional” comprende cinco capacidades básicas: descubrir las emociones y sentimientos propios, reconocerlos, manejarlos, crear una motivación propia y gestionar las relaciones personales.
Este concepto también ha sido definido por otros terapeutas como un conjunto de disposiciones o habilidades que nos permite tomar las riendas de nuestros emociones, comprender los sentimientos más profundos de nuestros semejantes, manejar nuestras relaciones o dominar nuestras reacciones para que las mismas sean en el grado y el propósito justo, momento oportuno y modo correcto.
El entorno empresarial no ha sido ajeno a esta tendencia, la inteligencia emocional resulta ser una herramienta indispensable para potenciar la productividad laboral, liderazgo y éxito de la empresa, ya que la diferencia entre dos trabajadores, en la mayoría de oportunidades, radica en ese conjunto de habilidades llamadas “inteligencia emocional”, entre las que se destaca el autocontrol, el entusiasmo, la empatía, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo y al equipo de trabajo.
Como se condicionan las emociones
Todos tenemos dos mentes distintas una que piensa y otra que siente. La de sentir tiene su base física en el tronco encefálico y la de pensar se ubica en corteza prefrontal, capa evolutivamente más moderna del cerebro, donde se controlan las emociones y capacidades cognitivas como autoreflexión, resolución de problemas y habilidad de escoger el comportamiento adecuado.
En la mayoría de las ocasiones, estas dos mentes diferentes pero interrelacionadas se mantienen coordinadas, los sentimientos enriquecen y algunas veces condicionan a los pensamientos y viceversa.
Por ejemplo, cuando alguien conocido se acerca, la señal viaja a través de nuestros sentidos y la corteza prefrontal toma la mejor decisión de saludarlo cordialmente o normal de acuerdo a los sentimientos que esa persona nos evoque, ese es el camino normal y largo para exteriorizar nuestras emociones. Sin embargo, si esa persona representa un peligro, la carga emocional sobrepone a la racional y puede ocasionarnos reacciones desproporcionadas e incluso no apropiadas. Esta interrelación es el soporte neurológico de la inteligencia emocional.
Dimensiones de la Inteligencia Emocional
Personas como Goleman explican que en inteligencia emocional hay cuatro áreas básicas en las cuales debemos ser competentes y las mismas deben ser consistentes, las cuales son:
- Autoconciencia: es nuestra capacidad de conectarnos con nuestras creencias subyacentes y valores y reconocer y entender lo que sentimos. Esta conexión nos permite estar alineados con nuestras motivaciones verdaderas y nos hace más productivos
- Automotivación: es el motor interno que nos orienta a alcanzar nuestros objetivos y metas, a conseguir lo que nos proponemos, esa orientación al logro y en su camino a recuperarnos de los contratiempos que se nos presentan y gestionar el estrés
- Empatía: ponernos en el lugar del otro, comprendiendo su forma de valorar y de ver las cosas sin prejuicios, poniendo de lado nuestra escala de importancia para entender a las personas desde la suya. Es esa habilidad de observar e interpretar lo que le está ocurriendo a la persona e identificarse con sus sentimientos
- Habilidad para relacionarnos: comunicar de forma apropiada y eficaz, negociar para llegar acuerdos, conectar positiva y respetuosamente con los demás
Es importante señalar que si bien con muchas de estas habilidades nacemos y otras tantas se adquieren durante nuestros primeros años de vida, estudios han demostrado que las habilidades emocionales también se aprenden y se pueden potenciar. Con métodos adecuados nosotros podemos automotivarnos, frenar nuestros impulsos, vencer barreras y sobretodo frustraciones.
Muchos especialistas señalan que la inteligencia emocional no sólo debe ser desarrollada o aprendida por líderes o directivos de las empresas sino por todas las personas pues en la medida en que se posea se tendrá más oportunidad de ser feliz, vivir a plenitud y tener éxito, ya que gracias a esta inteligencia la pareja, familia, amigos o equipo de trabajo se sentirá a gusto y la persona será capaz de encauzar convenientemente sus emociones negativas.